Un hombre estaba caminando solo por la playa y encontró una botella. Cuando la abrió, apareció un genio. El genio dijo:
- Por tu amabilidad, te gratificaré con un deseo, pero sólo uno.
El hombre pensó por un momento y dijo:
- Siempre he deseado ir a América, pero nunca he sido capaz porque me da miedo volar, y los barcos me dan claustrofobia y mareos. Luego, me gustaría una autopista desde aquí hasta América.
El genio pensó por unos pocos minutos y dijo:
- No, creo que no puedo hacerlo. Sólo piensa en todo el trabajo implicado con los pilares que se necesitan para mantener la autopista y cuán profundos deben insertarse en el fondo del océano. Piensa en todo el pavimento que se necesitaría, la ecología que se modificaría. Me temo que es mucho pedir.
El hombre asintió y pensó por un minuto y le dijo al genio:
- Hay otra cosa que siempre he querido. Me gustaría ser capaz de entender a las mujeres. ¿Qué las hace reír y qué las hace llorar? ¿Por qué son tan temperamentales? ¿Por qué es tan difícil salir con ellas? Básicamente, ¿Qué les hace tilín?
El genio pensó por unos minutos y dijo:
- ¿Quieres la autopista con dos carriles o con cuatro?
El genio
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